20080630

Las Tetas de Tiresias

gracias F, he aqui tu colaboracion.



Surrealismo, del francés surréalisme. Sur: sobre, por encima de. Réalisme: realismo. También traducible como superrealismo.

Bretón, Vaché, Apollinaire. Principios del siglo veinte. 1917: estreno de Les Mamelles de Tiresias. El manifiesto, los libros, los poemas. La Vanguardia.

El tiempo como una pintura de dudoso gusto. Los vanguardistas adelante. El año de su nacimiento, el año de su muerte, escrito con números muy pequeños cerca de sus pies. Adelante un hombre nacido en 1879, mucho más atrás uno que nació en 1945, los años no nos dicen nada. La vanguardia adelante, todo el resto atrás, con la mirada satisfecha, con los ojos perdidos, los de adelante, en cambio, miran algo que se confunde con el horizonte, sus brazos estirados, sus dedos queriendo dejar atrás sus manos. Ahora me da por creer que seguían a los hombres pintados con colores invisibles, a los nacidos en 1979, 1985, 1996… pero no, tal vez no los seguían, tal vez les hablaban en silencio o les gritaban secretos al oído, o les hacían señas sin parar, como si estuvieran locos, buscando la mirada de sus hijos de 100 años en el futuro, 100 años, la mágica cifra que esconde mucho más que 100 veranos.

No, no los seguían, cómo hacerlo en medio de un parto, sí, porque estaban pariendo, pariendo el siglo veinte, la única forma que haría posible su secreta esperanza, la de parir el veintiuno y el veintidós y también el veintitrés y el parto duele y hace cerrar los ojos, pero sobre todo impide seguir a otros, a cualquier otro, no importan sus nombres, no importan los formidables faros que decoran sus cabezas.


Y ellos tampoco eran seguidos. Mucho tiempo demanda organizar una guerra, mucha astucia plagiar a los clásicos, mucho esfuerzo aferrarse a los siglos pasados. No, nadie sigue a las vanguardias, nadie seguía al loco que entró armado al teatro amenazando con disparar al público al azar como protesta al impresentable hecho de que la obra no respetaba el espíritu de los nuevos tiempos. Gracias al hombre que fue muchos hombres, gracias Jaques Vaché, gracias padre nuestro, custodio del infierno, hijo de la poesía de los manicomios de Francia, gran alquimista, desmesurado científico que deambulabas por Paris vestido como piloto de guerra británico, gracias por decirnos que la nueva apuesta de Apollinaire no estaba sobre el escenario sino en el metal de tu revolver que sostenías tiritando, mientras Bretón intentaba calmarte, mientras Bretón sabía perfectamente que el único cuerdo dentro del teatro eras tú, sí, el de los ojos desorbitados, el de los gritos de fiera encerrada, y ahora imagino que lo hacía con cariño, por favor cálmate Jacques, por favor baja ese revolver que me asustas, pero sobre todo: por favor perdóname, perdóname Jacques por no atreverme yo también a empuñar mi revolver, a sacar mi navaja y saltar sobre el escenario donde nadie entiende al bueno de Apollinaire, al astuto de Apollinaire que ahora debe estar riéndose en un rincón, sabiendo que la verdadera obra era esa, en la que André Bretón le suplica a Jacques Vaché que no mate a nadie por una pieza de teatro.



100 años después nacimos nosotros y la pregunta no es baladí:
¿Volver a entrar al teatro?

Permítanme que me responda:

Sí. Volver a entrar. Con una exposición sobre la muerte de la ciencia dictada por un físico cuyo sueño es ser actor porno y por un falso biólogo que nada sabe de biología, con un poema que no busque el secreto tras las metáfora sino que nos diga que la metáfora es el secreto, con una canción que nos recuerde que la música es el prohibido idioma con que los demonios nos revelan el Mundo.

Y que todo sea por un arte por venir, decía Apollinaire, por un Arte por venir, decimos todos, por un Arte por venir que es otra forma, la única que se me ocurre, de decir que el arte que alcanzamos o nos alcanza, es el arte muerto, el que ya no va a ninguna parte, el que ya no viene de ninguna parte. Por un Arte por venir, por un Arte vivo que no está pero que intuyo, por el Arte de mis sueños y también de mis pesadillas, por el Arte que el año 2666 estará cerca, al alcance de nuestras manos, pero aún por venir, para siempre Porvenir.




Latinoamérica, junio de 2008

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