20080623

Muchas Gracias Señor K, Pero Desde Aquí Preferimos Seguir Solos



A continuacion, plagiamos un texto d F, que esperamos, sea proximo tostador:

Primero, una afirmación:


Franz Kafka es el escritor más importante que ha parido occidente desde los atribulados años en los que Jerjes pretendía conquistar el mundo. 

Una duda razonable: ¿Por qué?  

Pues porque Franz Kafka hizo de su literatura un espejo de la Pregunta que todos nos hacemos desde que nos enteramos que el gracioso que lo inventó todo no se ve por ninguna parte y claro, hubo antes otros espejos, pero han sido espejos similares a los de las ferias americanas, aquellos que deforman nuestra imagen con el objeto de hacernos reír y todos nos hemos reído de buena gana. El espejo del checo, en cambio, más parece un marco tras el cual está de pie nuestro gemelo. Un gemelo que nunca conoceremos pero que nos conoce bien. Un gemelo criado en el Castillo que corona la montaña que vigila nuestra Ciudad. Un gemelo alimentado por un loco que no para de hablarle de nosotros, de nuestros miedos, de nuestros fantasmas, de lo que ocultan las arrugas que circundas nuestros ojos.

¿Y qué nos dice nuestro gemelo mientras imita hasta la nausea nuestros gestos?

Pues nos dice que el Sinsentido no es una palabra, no es un concepto, no es una pregunta, no es la pesadilla que nos visita cada noche. No. Lo que nos dice, lo que nos grita con conmovedora elegancia, es que el Sinsentido es un Lugar, un lugar que se expande frente a nuestros ojos cada vez que el despertador suena y hay que levantarse para ir al trabajo, a la universidad, al acecho de la joven que nos vuelve loco, al encuentro del automóvil que nos quitará la vida en las esquinas de G y H.

¿Y por qué diablos es eso tan importante?  

Porque cuando chocamos con el hecho de que el Sinsentido es un lugar y no una inquietud surgida de un estado de ánimo, nos encontramos inevitablemente con que todo lo que en el escenario de esta Representación ocurra, no es más que otro elemento de otro número de otro día en la historia del circo que llamamos mundo. Y ahí está también el arte y la guerra, el amor y la infamia, la vida y la muerte. 

Algunos afirman que Kafka y su obra adolecen de la falta de la brutal experiencia que nos regaló las segunda de las grandes guerras, guerra que entre otras cosas parió la filosofía que nos parió a todos, pero sin embargo eso no importa. Los muertos no son más que otro número del Circo. Las bombas que engendraron Neo Tokio, la indiferencia de Meursault, las cenizas del Superhombre esparcidas por la campiña de Europa, todo no es más que una variedad más sobre la tarima del Teatro.  

Todo el Existencialismo y sus bastardos no son más que otro día en la vida de K y no es necesario llorar ni reír sobre 40 millones de muertos. 


¿Y qué nos queda? 

Pues en primer lugar ser honestos. 

Recordar que uno de los alumnos del Teatro/Mundo dio con la repuesta hace casi 100 años. Recordar cómo lo miramos con la boca abierta para acto seguido seguir preguntando como si nada hubiera pasado, satisfaciéndonos con respuestas más fáciles de aceptar, conformándonos con creer que 2 y 2 son 5 porque decir 4 nos compromete demasiado, nos exige esfuerzos que preferimos evitar, porque decir 4 no sólo es peligroso sino que también nos impide seguir preguntando acerca de esa suma que tanto nos gusta y qué tan bien hemos aprendido a formular. 

2 y 2 son cuatro. El Proceso guarda el secreto de la literatura. El Castillo guarda el secreto del mundo. 

¿Y entonces, qué nos queda? 

Pues lo que siempre nos ha quedado. Seguir buscando con una vela en un planeta sin sol. Pero como si eso no fuera lo suficientemente difícil, hay que hacerlo haciéndonos cargo de nuestros descubrimientos. Atreviéndonos a dejar de lado aquel precioso objeto que encontramos después de años de búsqueda sólo porque (aunque nadie más lo sepa) sabemos que otro antes que nosotros ya había dado con él. Dejar de jugar a inventar el mundo cuando lo que hacemos no es más que bailar con un cadáver que se cae a pedazos guiados por la mala música del aplauso fácil.  

Y claro que inventar la rueda nuevamente produce una enorme satisfacción personal, escribir una novela existencialista este siglo, romper con la armonía en la música, pintar escupiendo sobre la tela, también. Sin embargo a estas alturas de la (no)historia se hace impresentable no apostar por la otra búsqueda, la de la ruta invisible, la del fondo del abismo, la Expedición tras las huellas de la gran Virgen que habita el Castillo de Oro que se esconde tras el castillo de piedra… 

Pero, ¿es viable tal búsqueda? 

¿Es posible escribir algo más allá de Kafka, pintar más allá de Pollock, componer más allá de Beethoven? 
 

En definitiva:  

¿Es posible inventar una forma más eficiente de ir de un lugar a otro que sobre cuatro ruedas? 

Es mejor no hablar de las dificultades de esa empresa… pero cuenta la leyenda que les llamaron pájaros de acero.  


 

Felipe Foncea

Jun. 2008

No comments: