20080707

Poesia

F nos regala un segmento mas escrito durante su viaje.



¿Qué es la poesía?


La poesía eres tú, diría el primer ocurrente.

No sé que es la poesía, diría un hombre sensato y humilde.

No se puede saber qué es la poesía, diría un hombre sensato y algo pesimista.

No importa saber qué es la poesía, diría un hombre maduro.


Pero aquí no somos ni ocurrentes, ni sensatos, ni humildes (Dios nos libre), ni pesimistas, ni maduros, así que aquí va un nuevo intento de Entender:


En cuanto a las viejas definiciones, la única que se sustenta a sí misma es la que nos da su nombre, poesía, del griego poiesis, que significa creación o más precisamente producción. Del resto mejor ni hablar, no, mejor hablar de una:

Es un género literario en el que se recurre a las cualidades estéticas del lenguaje, más que a su contenido.

Bueno, lo que no sabe quien inventó tal cosa, es que la estética (del lenguaje o de lo que sea) no genera poesía, sino que la poesía genera estética. Y aunque lo parezca, no es un juego de palabras, no, aquí no estamos para juegos de ese tipo. La poesía produce estética, en esa frase se oculta uno de los secretos del lenguaje. La poesía como sujeto, no como objeto. La poesía como herramienta que entre muchas otras cosas produce estética, pero los que realmente saben, saben que la estética no es precisamente el objetivo de la poesía, es tal vez su máscara, su rol en la comedia, su juego, quizás su último recurso, su escape para evitar las turbas y sus antorchas.

¿Y por qué la estética no es el objetivo de la poesía?

Pues porque la poesía no se entiende con ningún objetivo, lo que hace la poesía es excavar.

Excavar en el lenguaje, en esos viejos símbolos creados hace ya tanto tiempo, en esos espejos inventados para cosas tan distintas a las que ahora nos importan. ¿Cuántos bueyes hay en el corral? Seis bueyes. ¿Cuánta distancia nos separa de la fuente de agua? Cien pies. ¿Cómo debo protegerme de los tigres? No dejes de mirarlos a los ojos. ¡Pero qué preciso era el lenguaje entonces!, qué útil para hacer de nuestras vidas algo mejor. Pero pronto la conciencia comenzó a pasar demasiado tiempo consigo misma y era cuestión de tiempo para que comenzaran a surgir preguntas que nuestro gran invento no podía responder y así, por ejemplo, el hombre, que no era precisamente un romántico, se preguntó:

¿Qué es lo que siento?

Y al no encontrar una respuesta en las viejas palabras se dijo:
Está bien, no hay una respuesta, sigamos con los bueyes.
Sin embargo, al poco rato nuestro hombre notó que no podía seguir cuidando bien a sus bueyes sin contestar esa pregunta, y el hombre pensó y pensó hasta que llegó a una conclusión aterradora en su revelación:

Lo que importa, lo que realmente importa es lo que siento, o en otras palabras, lo que importa es la propia experiencia de los fenómenos que nos rodean, nuestra personal forma de significar los acontecimientos cotidianos. Y el lenguaje no sirve, no puede servir, para representar eso.




¡Pero si no tengo más que el lenguaje!
Gritó el hombre
Y sólo respondió el viento.







¿Y que hay de la poesía, no es también, en tanto lenguaje, otra inútil herramienta para significar y comunicar el mundo?

En principio, sí, la poesía es también lenguaje, herramienta inútil. Sin embargo, la poesía, (sus poetas) encontraron una trampa, una llave escondida por algún dios bondadoso que conducía a habitaciones que aún hoy muy pocos se han atrevido a explorar, la poesía encontró las metáforas.

Con las metáforas explicamos algo con palabras que no corresponden directamente al objeto descrito, o más precisamente que no le correspondían directamente, no son las asignadas por generaciones y generaciones de hablantes a una cosa o situación, sino que son las que el poeta (excavando) escoge entre todas para significar su propio objeto, el objeto que él está experienciando y no el que supuestamente debía experienciar. Es evidente que muchas veces tal cambio en los símbolos escogidos para la representación no mejora la descripción del objeto, sin embargo, hay ocasiones en las que, como por acto de magia, las nuevas palabras dan un nuevo aire al objeto, lo liberan de los pesados velos que milenios de inútiles palabras habían puesto sobre ellos y emerge, por fin, sino el verdadero objeto (tal vez inalcanzable) sí uno que yace más profundo, que se acerca más (cómo una mariposa se puede acercar al sol) al verdadero y misterioso objeto y entonces somos testigos de algo maravilloso, honesto y simple, algo que algunos llaman un buen poema.


Y entonces ¿qué es la poesía?

Pues para qué más misterio:
La poesía es la producción de nuevos significados para la experiencia individual, mediante la utilización de símbolos (palabras) que no se encuentran ligados a priori a los objetos a significar, lo que frecuentemente da origen a frases de resignificación llamadas metáforas.

Muy lindo, sin embargo, a nuestro amable lector probablemente le surgirá una razonable pregunta:

¿Y a mí qué me importa toda esa palabrería?

Pues probablemente nada o muy poco, sin embargo…

La Poiesis como producción, el Lenguaje como repetición.

Y claro, muchas veces es útil repetir, ahorra tiempo y construye imperios, pero no debemos olvidar que quien pretenda abrir brechas por lo desconocido no sólo deberá derribar sino que además deberá producir lo nuevo y a esa empresa imposible unos la llamarán innovación, otros la nueva ciencia, pero yo la llamaré poesía.





Kansas City, Julio de 2008

1 comment:

Millaray González said...

"Míseros los errantes, eso son nuestras sílabas: tiempo, no
encanto, no repetición
por la repetición, que gira y gira
sobre
sus espejos, no
la elegancia de la niebla, no el suicidio:
el tiempo,
paciencia de estrella, tiempo y más tiempo".


/Gonzalo Rojas